Como un intento de redefinir las formas y definiciones del tiempo, me acerco al concepto de lo aleatorio como algo impredecible que no tiene un orden o rumbo específico, y que, a pesar de ello, determina cómo se configura la realidad que vivimos. Para ello, me enfoco en el estudio del viento – un fenómeno esencialmente aleatorio – y el diente de león o Taraxacum Officinale - una planta cuya anatomía está hecha para depender del viento.

 

De este modo, se dibujan patrones de viento en tiempo real durante 12 días, con la intención de desentrañar la forma y naturaleza de lo aleatorio desde un acto corporal contemplativo y paciente. Esta obra toma el proceso como parte íntegra de la obra. La exposición empieza con los días totalmente vacíos. A medida que avanza, se crea un Diario de Viento, cuyo registro tiene la duración de cada día como límite de la acción. Para la extracción de datos meteorológicos, se toma como punto central la ubicación GPS del Centro de Arte Contemporáneo (-0.211523, -78.507182).

 

Este cuerpo temporal nos enfrenta a la nada, al fragmento y al todo, abriendo múltiples posibilidades de visión e interpretación, y ubicando al cambio como eje primordial. Pretende espacializar el tiempo y quebrar la narración — aunque parta de ella — haciendo evidente los días y las capas. La contemplación de la partícula y el trabajo sobre lo frágil se torna, de este modo, en un portal o estrategia para imaginar lo invisible e intuir algo más grande.