A partir de un proceso de concientización sobre lo que recuerdo y lo que olvido, tomo como materia prima mi álbum fotográfico personal. Clasifico mis memorias partiendo desde aquellas más borrosas u olvidadas, hasta las más frescas y claras. 

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Posteriormente, cruzo la vida de la memoria con la vida de las hojas: impregno mis fotografías en un proceso que dura cerca de 20 días, usando el sol y la clorofila propia del material. Aquellos recuerdos olvidados se revelan rotos, difusos, con figuras insinuantes; mientras que las memorias claras se revelan frescas y nítidas. 

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(In)marchitable alude a un doble desaparecer, la fragilidad de la memoria y de la vida: el tiempo difumina la claridad de la imagen inicial, y a su vez, seca y fractura la hoja.